«En la vida familiar aprendemos el amor que se traduce en servicio y ayuda»
Queridos hermanos:
Hoy estamos viviendo el tiempo de Navidad, nos llena de alegría el misterio que celebramos, el misterio del Dios hecho hombre, que podemos contemplar en este pesébre. Dios ha querido asumir en todo nuestra naturaleza humana, porque el camino que Él nos propone para llegar a Dios es que lo contemplemos a Él como cualquiera de nosotros, para que descubramos qué tenemos que ser como personas para llegar a Dios.
Jesús de Nazaret asumió en todo la vida humana y algo esencial de la vida humana es la vida familiar, sin la familia no podríamos desarrollarnos, crecer, madurar, de una manera positiva, y Jesús vivió en una familia, su familia reducida, la Virgen María y San José, y una familia más extensa, como eran las familias de medio oriente.
Hoy hemos escuchado un pasaje que nos muestra brevemente esa vida familiar, iban cada año a Jesuralén en tiempo de pascua y el Niño Jesús se pierde. Es una historia que nos muestra la vida familiar a la cual Él pertenecía y en la cual Él también se desenvolvía.
Yo quisiera imaginar un poco cómo sería la familia de Jesús, seguramente como muchas de las nuestras, ¿no? Hoy hemos escuchado cómo la Virgen María se angustió porque no encontraba al Niño Jesús, sintió la angustia, ¿qué madre no siente angustia cuando tal vez alguno de sus hijos está tomando un mal camino o no lo encuentra? Y cómo incluso hasta lo reprende la Virgen María, le dice: «¿Por qué te fuiste, no sabíamos dónde estabas?», algo muy natural. Pero si nosotros fuéramos más al fondo nos daríamos cuenta que algo caracterizó la vida de la Familia de Nazaret, y fue el amor.Es aquí donde
Tal vez aquí es donde todos tendríamos que revisar nuestra vida familiar. La primera instancia en donde aprendemos lo que es el amor es en la familia, porque el amor es una palabra hoy muy trillada, pero que se vive propiamente en cada una de nuestras relaciones, con nuestros hermanos, con nuestros padres principalmente, con nuestros abuelos, pero ¿qué es el amor? En la Biblia el amor es la capacidad para buscar el bien del otro, pero el amor se traduce en capacidad para perdonar, ¿cuántas veces no tenemos que perdonarnos en nuestra vida familiar? ¿unas cuántas? Siempre, se necesita mucho ser capaces de perdonar y eso es el amor. ¿Cuánta paciencia no necesitamos unos con otros en la vida familiar? A veces nos desesperamos muy fácil o a veces vivimos enojados, pero la paciencia es fruto del amor, la capacidad para comprender al otro, aceptar al otro, eso es el amor.
En la vida familiar aprendemos el amor que se traduce en servicio y ayuda. Si en la vida familiar no estamos preocupados por estar atentos unos de otros y ver qué podemos hacer en favor del otro, no estamos creciendo en el amor. Hoy lamentablemente vemos que la tecnología a veces nos encierra mucho en nosotros mismos y no estamos tan atentos a ver qué podemos hacer en favor del otro, cómo puedo yo servirlo, y en la familia es donde se crece en el amor, a veces en cosas tan sencillas como preparar un alimento, hacer el aseo de la casa, en esas cosas tan pequeñas o en otras más grandes como buscar los medios para subsistir, ahí se ve el amor.
El amor en la vida familiar también se traduce en la capacidad que tenemos para confiar en el otro, confiar y esperar, porque a veces queremos que las personas cambien así de rápido, y a veces eso no sucede, y se necesita amor para ser pacientes, esperar y confiar de que la otra persona también puede ser mejor, aunque no lo sea en este instante, pero puede ser mejor tal ves en algunas semanas, unos meses o algunos años, eso es el amor, cuando somos capaces de confiar en que el otro puede cambiar.
La vida de Jesús en Nazaret seguramente se caracterizó por esta vivencia del amor y hoy el Evangelio nos dice algo más grande, el Niño Jesús se quedó en el templo porque nos muestra cuál es su vida, que, aunque pertenecía a una familia, tenía una misión más grande y que es la misión que tenemos todos, unas palabras muy significativas, cuando le dice la Virgen María: «¿Por qué te quedaste?», y le dice Jesús: «¿Qué no ves que tengo que preocuparme por las cosas de mi Padre», esa es la misión que tenemos, agradar, buscar en todo hacer la voluntad de Dios y la vida familiar nos ayuda para que podamos alcanzar esa meta más alta, que es la meta que Jesús nos muestra durante toda su vida. Si nosotros nos preguntamos qué fue la vida de Jesús, fue hacer la voluntad de su Padre; y si nos preguntamos cuál es la meta de la vida cristiana, es hacer la voluntad de Dios.
Pues hoy que celebramos la Familia de Nazaret le pedimos a esta familia que también nos ayude a cultivar el amor, que no se apague, que siga creciendo, que siga madurando en nuestra vida familiar; todos los días tenemos que poner algo de nosotros para crecer en el amor. Pero también le pedimos a este Niño, que en el Evangelio aparece de la edad de doce años, que nos muestre el camino para cumplir con nuestra misión de buscar en todo lo que más le agrade a Dios, esa es nuestra misión en la vida, pero no lo podemos lograr sin la ayuda del Señor.
Pidámoselo al Señor en esta Eucaristía, que Él nos mire con misericordia y derrame sus dones para que podamos enriquecer nuestras vidas de familia desde el amor, para el amor y con el amor. Que así sea.
+ Mons. Óscar Camacho Macías
Vicario General y Rector de la Catedral de Corpus Christi