HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS

September 01, 2025


HOMILÍA EN LA SOLEMNIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS

 

«Nuestra Señora de los Remedios: Una madre que expresa su cariño y su amor por todos nosotros»

 

Muy queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús:

Quiero saludarles a todos, a cada uno de ustedes, en esta hermosa fiesta de la Santísima Virgen María en su advocación de los Remedios. Saludo a todos los sacerdotes aquí presentes, a los seminaristas, a las religiosas, a los consagrados y a todas las personas que han venido de distintas parroquias de nuestra amada Arquidiócesis de Tlalnepantla, así como a los peregrinos que están en esta celebración. De una manera muy especial, quiero saludar al presidente municipal de Naucalpan, Isaac Montoya, y a sus colaboradores; queremos elevar nuestra oración para que el Espíritu Santo le conceda sabiduría para guiar a este municipio.

El motivo fundamental, el motivo principal por el que estamos esta mañana en esta celebración eucarística, es darle gracias a Dios porque nos ama y porque tenemos la experiencia de un Dios cercano. Un Dios que se preocupa por nosotros, que sale a nuestro encuentro y que nos ha regalado a la Virgen María, Madre de Jesucristo y Madre de todos nosotros. Ella lleva ya 504 años en esta región, en estos lugares, y podemos pensar a cuántas familias, a cuántas personas, ha acompañado en el caminar de nuestra vida. Es una madre que también expresa su cariño y su amor por todos nosotros.

Hoy, 1 de septiembre, celebramos la Fiesta Patronal, y es una fiesta importante y significativa para toda nuestra Arquidiócesis, porque la Virgen de los Remedios es Patrona de esta Iglesia Particular, es decir, es la Patrona de las 203 parroquias que la conforman. Por eso, hoy queremos poner en sus manos la vida de cada una de estas parroquias, la vida de cada una de las familias con sus alegrías y tristezas, con sus luces y sombras, con sus éxitos y fracasos, como es la vida. Hoy queremos poner las necesidades de cada una de las familias de nuestra Arquidiócesis, especialmente por aquellos que más sufren: los enfermos, los ancianos, los que se encuentran en hospitales o en sus casas con dolor físico. Que hoy sientan la bendición de nuestra Madre Santísima. También pedimos la bendición para los migrantes, los presos, los que no tienen trabajo y para aquellos que tienen alguna pena.

Además, quiero poner en sus manos a nuestro presbiterio, a nuestros queridos sacerdotes, para que sigan siendo pastores con un corazón a imagen de Jesús el Buen Pastor, y pedir también por sus necesidades. Oramos por aquellos sacerdotes que ya nos han precedido en el camino a la casa del Padre, para que ya gocen de la presencia del Señor. La Virgen de los Remedios es también Patrona de los sacerdotes.

Hoy quiero poner en las manos de la Virgen del Remedio a nuestro Seminario y a todos los seminaristas, para pedirle que los bendiga, que bendiga al equipo formador y a cada uno de ellos, para que siga siendo un semillero de vocaciones. Sabemos que «la cosecha es mucha y los obreros son pocos», y tenemos que rogar para que el Señor envíe más vocaciones, y que cada uno de nosotros seamos promotores vocacionales. Además de pedirle a Dios por las vocaciones, podemos promover a adolescentes y jóvenes que quieran dar su vida por el Evangelio en el sacerdocio ministerial. La Virgen de los Remedios es también Patrona de nuestro Seminario.

Hoy encontramos en el Evangelio a esa mujer que siempre está atenta a las necesidades. Precisamente, escuchamos cómo Jesús, María y los discípulos son invitados a una boda en un pueblo pequeño que se llama Caná de Galilea, y cómo ella está al pendiente del ritmo de la fiesta. De repente, ve que se termina el vino. Seguramente los novios tenían amistad con María, de tal manera que ella intercede y va con Jesús, y le dice: «Ya no tienen vino». Jesús, de repente, dice: «Todavía no llega mi hora, espérate un poquito». Pero aun así, hace el primer milagro, la primera señal: convirtió el agua en vino.

Fijémonos cómo María siempre está disponible, siempre está atenta. Así como estuvo atenta con su prima Isabel cuando estaba embarazada y fue a visitarla; así como seguramente estaba atenta a la vida de su hijo Jesús allá en Nazaret, en donde vivía esta familia: San José, la Virgen María y Jesús. Ella estaba atenta a lo que se necesitaba en casa, estaba atenta ante la situación humana, tal vez psicológica, de los discípulos de Jesús, y siempre estaba para animarlos. Al final, ella, confiada en que su hijo hará el milagro, les dice: «Hagan lo que Él les diga». Y ese es un mensaje para cada uno de nosotros. Siempre María va unida a Jesús; Cristo es el centro de nuestra fe, pero María es intercesora. Por eso hoy he querido poner la vida de toda la Arquidiócesis en las manos de la Virgen de los Remedios, para que nos bendiga e interceda ante Dios nuestro Señor por todas nuestras necesidades.

Es una gran dicha que aquí en nuestra Arquidiócesis tengamos esta Basílica de los Remedios. Es un ícono, un lugar hermoso donde la Virgen nos congrega, y más en este Año Jubilar en el que ha venido mucha gente, muchas personas, para ganar la indulgencia y para estar en oración, sin perder de vista que somos Peregrinos de Esperanza, que vamos caminando y sabemos que nuestro destino es la casa del Cielo, la vida eterna.

Sigamos promoviendo la devoción a la Virgen de los Remedios. Creo que cada día se va conociendo más a la primera imagen que llegó a América, y tenemos esa bendición de parte de Dios nuestro Señor.

Pues que hoy todos regresemos a nuestra casa, a nuestro trabajo, a nuestras actividades, felices, porque venimos aquí para felicitar a nuestra Madre Santísima, para decirle que la amamos, para decirle que queremos que nos siga acompañando, que nos siga bendiciendo, y que siempre nos lleve a su hijo Jesucristo. Así sea.


+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla