HOMILÍA EN EL DOMINGO DE RAMOS 2022

April 10, 2022


HOMILÍA EN EL DOMINGO DE RAMOS 2022

 

«Bendito el que viene en el nombre del Señor. Hosana al Hijo de David»

 

Muy queridos hermanos, hermanas, en Cristo Jesús:

Les saludo con mucho afecto a todos ustedes que han venido a nuestra Catedral de Corpus Christi para participar en esta celebración de Domingo de Ramos, y también a las personas que nos siguen a través de las plataformas digitales, tanto en el territorio de nuestra Arquidiócesis como en distintos lugares de la República Mexicana y también fuera del país; a todos les deseo que esta Semana Santa deje muchos frutos en nuestros corazones, frutos de paz, de alegría, de solidaridad, de familia, de comunidad.



Hoy conmemoramos lo que hace muchos años se vivió en la ciudad santa de Jerusalén, cuando Jesús entró montado en un burrito y la gente del pueblo, sobre todo la gente sencilla, lo aclamaba cortando ramos y palmas y agitándolas y le decían: «Bendito el que viene en el nombre del Señor»; varios de ellos eran sus discípulos, otros se contagiaron del entusiasmo que se estaba viviendo. Y Jesús, con una actitud muy serena, dejó que la gente lo aclamara, porque Él en su corazón ya sabía que su hora estaba ya próxima.

Por eso yo quiero invitarlos en este día a que también aclamemos al Señor como el Rey del Universo, no como un rey al estilo de este mundo, un rey poderoso que tiene a mucha gente a su mando, sino un Rey que nos invita al amor y al servicio a los demás. Ese signo de la palma, el ramo que han traído, que no lo veamos como un signo mágico, como también la ceniza al iniciar la Cuaresma, muchas veces podemos quedarnos en lo externo del signo y no profundizamos. Cada quien puede tener una idea diferente de la palma, algunos la ponen en la puerta para que no se metan a robar, pero el significado profundo es querer tener a Jesús en el centro de nuestra vida, tenerlo como nuestro modelo a Él, que dio la vida por cada uno de nosotros.

Así es que esta palma nos debe ayudar a recordar que tenemos que robustecer nuestra fe, tenemos que alimentar nuestra fe, tenemos que tener presente al Señor en la familia, tenemos que leer la Sagrada Escritura, tenemos que hacer oración juntos; que esa palma nos recuerde que a veces nos alejamos del Señor, que estamos distraídos, que a veces las ocupaciones, las preocupaciones de la vida nos hacen desviarnos de los caminos del Señor.

Pues hoy, queridos hermanos, iniciamos lo que se llama la Semana Santa, la Semana Mayor, y el Domingo de Ramos es la puerta de entrada para celebrar el misterio central de nuestra fe, que es la muerte y Resurrección del Señor.

Acabamos de escuchar el pasaje de la Pasión del Señor, solamente la escuchamos dos veces al año, el Domingo de Ramos y el Viernes Santo. Hoy escuchamos la Pasión del Señor según San Lucas, el año que entra le tocará a Marcos y el siguiente a San Mateo; y el Viernes Santo siempre escuchamos al evangelista San Juan. Como lo dice su nombre, este pasaje nos habla de la pasión del Señor, y es a lo que quiero invitarlos a vivir durante esta Semana Santa.

En estos días continuaremos este caminar para celebrar el Jueves Santo la Cena del Señor, la Última Cena, donde Jesús se queda con nosotros todos los días dejándonos su Cuerpo y su Sangre, la institución de la Eucaristía, la institución del sacerdocio y el mandamiento del amor, todo lo que sucedió en la Última Cena.

Después sabemos que Jesús se fue a hacer oración al huerto de Getsemaní, al huerto de los Olivos. Ahí me llama mucho la atención cuando dice que Jesús sudaba gotas de sangre. Está comprobado que cuando hay una tensión muy fuerte se llega a ese grado, y Jesús sudó gotas de sangre. Entonces fueron ahí a aprehenderlo.

Sabemos nosotros la historia, como lo trajeron de Pilato a Herodes, de Herodes a Pilato, y le hacen un juicio político basado en lo religioso: «¿De qué lo acusan? De que se dice Hijo de Dios, y ¿cuál es la condena? La cruz»; y vemos cómo Jesús es crucificado. Parecía que la historia terminaba en una tragedia, la muerte de Jesús, parecía que ese era el fin. Pero no, el Padre lo resucita al tercer día.

Quiero invitarlos en esta semana a que dejemos espacios para meditar estos misterios. Es cierto que muchos están de vacaciones, y se las merecen, que puedan descansar más, pero también hay que dejar espacios para pensar en familia en lo que Jesús hizo por nosotros. No es que todo esto haya quedado en el pasado, Jesús ya murió, pero Jesús murió y resucitó por ti y por mí, por nosotros, derramó su sangre por nosotros, para darnos la salvación.

Que en esta semana tengamos la oportunidad de darle gracias, en silencio, puede ser en familia o personalmente, pero debemos meditar lo que Dios hizo por nosotros. Y no se les olvide que el próximo domingo es el domingo más importante de todo el año, porque es el domingo de la Pascua, de la Resurrección. Si Cristo no hubiera resucitado, apaga todo y vámonos, ¿qué estamos haciendo aquí? Pero Cristo es el que le da sentido a nuestra vida.

Que el Señor bendiga a nuestro pueblo de México, que el Señor bendiga a nuestras diócesis, que Dios bendiga a cada una de nuestras familias y que bendiga a aquellos que más lo necesitan. Así sea.

 

+ José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla