«La conversión es un cambio, una orientación, pero esta orientación es de acuerdo al proyecto de Dios»
Muy queridos hermanos, hermanas, en el Señor Jesús:
Les saludo a ustedes que están aquí presencialmente en nuestra Catedral de Corpus Christi y también quiero saludar a los que a través de las redes sociales, los medios de comunicación, llega esta celebración a sus hogares, dentro del territorio de nuestra Arquidiócesis, en otros lugares de la República Mexicana y también del extranjero; a todos les deseo que sigamos preparándonos, preparando nuestro corazón para recibir al Niño Jesús en esta Navidad que ya se aproxima.
Estamos viviendo hoy el II Domingo de Adviento, el segundo de cuatro domingos en que la Iglesia nos invita a prepararnos. Sabemos que Adviento es venida, la venida de Jesucristo Nuestro Señor, y eso requiere estar muy atentos, porque muchas veces nosotros podemos centrar la Navidad en el pasado, recordar lo que sucedió hace XXI siglos en Belén cuando nació el Niño Dios por obra y gracia del Espíritu Santo y celebramos este día el cumpleaños de la venida de Jesús, al que anunciaron todos los profetas; pero, además de esa venida, este tiempo la Liturgia de la Palabra nos va afinando y nos va ayudando para ser conscientes de una segunda venida de Jesús, y nadie sabe el día ni la hora; y también este tiempo nos ayuda a poner la mirada en el presente, en que al Niño Dios, a Jesucristo, lo encontramos todos los días. Decimos que el Adviento nos habla de un pasado, de un presente y un futuro.
Ciertamente las lecturas nos ayudan para que nosotros nos preparemos. Hemos platicado cómo si alguien va a correr en un maratón, en una carrera, tiene que prepararse, si no se va a quedar a medio camino. Así también estas semanas, aunque son muy breves, nos ayudan a prepararnos, y cada familia, cada comunidad tiene que preguntarse cómo va a celebrar esta Navidad. Hay el peligro de que nos quedemos en el ruido, en las luces, en la fiesta, que muchas veces puede ser superficial, pero lo más importantes es que Jesús nazca en el corazón de cada uno de nosotros y en cada familia. Pero, las cosas importantes no se improvisan, hay que prepararlas, hay que estar en oración para decirle a Jesús que queremos recibirlo.
En este tiempo hay personajes que nos ayudan mucho a prepararnos, sobre todo en el antiguo testamento el profeta Isaías; hoy de manera especial, y el domingo próximo, nos ayuda Juan el Bautista; y en medio de todo esto tenemos también las fiestas marianas de la Inmaculada Concepción de María, el 8 de diciembre, Nuestra Señora de Guadalupe, el 12 de diciembre. Tenemos muchas oportunidades para irnos preparando.
Hoy la palabra clave en la Liturgia de la Palabra es conversión, Juan el Bautista nos invita a la conversión. ¿Y qué significa conversión, esta metanoia? Significa un cambio, un cambio de actitudes, un cambio de mentalidad, un cambio en la relaciones. Pero eso requiere también una introspección, es decir, un pensar en nuestra propia vida ¿en qué se va a cambiar? ¿qué es lo que yo necesito mejorar? Tal vez soy soberbio, quizás soy egoísta o probablemente no promuevo la unidad, y eso es el cambio.
Yo les decía, desde que nosotros estábamos en la escuela y nos enseñaban a marchar nos hablaban de conversión, es un cambio, una orientación, pero esta orientación es de acuerdo al proyecto de Dios, Él es el que nos va diciendo hacia dónde debemos orientarnos.
Es muy bonito que en este tiempo también nosotros pensemos en los más pobres, en los más necesitados, en las personas que viven solas, en los ancianos, los de la tercera edad, o aquellos que han tenido un problema en su vida o que tienen una enfermedad, que nosotros vayamos al encuentro y veamos el rostro de Cristo en el hermano y en la hermana.
Por ahí se aparecieron también los escribas y los fariseos y ellos presumían que eran hijos de Abraham. Entonces Juan el Bautista, que era muy claridoso, les dice: «No basta eso, hay que cambiar. Yo lo bautizo con el bautismo de conversión, pero después viene Jesús, que los Bautizará con el Espíritu Santo». La gran mayoría de nosotros hemos sido Bautizados y hemos recibido al Espíritu Santo; que nos comportemos como hijos de Dios y como hermanos entre nosotros.
Que esta Navidad sea una Navidad distinta, que sigamos caminando y le pidamos al Señor que cambiemos en aquello que necesitamos cambiar, pero dejemos espacios en la oración para pensar en qué cosas concretas tenemos que mejorar, qué tenemos que cambiar. Se necesita disciplina, se necesita constancia, se necesita perseverancia y sobre todo abrir el corazón para que el Espíritu Santo llegue a cada uno de nosotros.
Sigamos caminando, hoy empezamos la II Semana de Adviento y aún hay tiempo para encontrarnos con Jesucristo, y Juan el Bautista nos invita a este encuentro maravilloso. Así sea.
+José Antonio Fernández Hurtado
Arzobispo de Tlalnepantla